Garantías y riesgos del coaching
1. Introducción
Seamos realistas: El coaching está aquí y no parece que se vaya a ir.
Se trata de un servicio laboral, personal, empresarial… De diferentes ámbitos, que está establecido, tiene un potente nicho de clientes y va a seguir funcionando.
Es cierto que es difícil encontrar una definición bien consensuada de lo que es, sin embargo, es muy fácil dar con multitud de ofertas de cursos, sesiones, manuales, webs y demás fuentes de información sobre lo que se presenta como un método para desarrollo humano, alcanzar metas personales y laborales, ser exitoso, hacerse rico, ser carismático y liderar el entorno, entre otras cosas.
Lo que ocurre es que no deja de ser más un campo de negocio que una disciplina académica. Es decir, que puede ponerse a funcionar sin pasar por los aburridísimos procesos de desarrollar investigaciones de calidad y formaciones profesionales complejas.
Basta con decir que «soy coach» y empezar a enseñar lo que buenamente se sepa. Y claro, ya sabemos lo que ocurre cuando mucha gente sin preparación adecuada se puede profesionalizar rápida y despreocupadamente.
De todas formas, no demonicemos a todos los coachs. Yo no tengo duda de que habrá gente muy capaz entre los coachs profesionales, y, de hecho, yo mismo he conocido a alguno. Sólo digo que las condiciones son muy proclives para que penetren los incapaces.
Hay muchos ejemplos, pero aquí os dejo unos muy evidentes:
- Psicología del éxito (sin ser psicología), de un autor que no conoce ni defiende mucho la psicología.
- Coaching para problemas demasiado ambiguos y con pocas referencias de garantías científicas.
- O popurrís sobre vender sentimientos, o coachs tan ambiguos que uno termina por no saber de qué hablan, e incluso tratando sobre salud.
Y mi claro favorito, un «morfopsicólogo» (si es que eso fuera algo) que hace análisis tan sesudos como éste.
Bajo los títulos de estos contenidos se vendería (en teoría) la información infalible y de alta complejidad que desvelaría los secretos del liderazgo, desempeño ejecutivo, salud, etc.
Esto es lo que ellos llaman «coaching«.
¿Y quién tiene legitimidad para decirles que no lo es?
2. Eficacia del coaching
Aquí me lo he puesto fácil:
A día de hoy no existe ninguna duda de que el coaching no es una terapia de nada ni un método fiable para conseguir desarrollo personal.
(una noticia de sobre el tema)
De hecho, ni siquiera podemos decir que sea un método concreto porque no tiene una estructura. Sólo es una etiqueta. Pero no nos engañemos, funcionalmente sí es una pseudoterapia cuando trata de adentrarse en problemas de salud mental. Y esto no frena a muchos de ellos para venderse como algún tipo de sandores.
Cuando nos ponemos a revisar bibliografía, resulta tremendamente complicado encontrar artículos científicos rigurosos, y demasiado sencillo detectar multitud de fallos metodológicos en los que van apareciendo.
El contenido más accesible suelen ser libros y libros con contenidos afirmados pero no confirmados.
Ni siquiera aportan información sobre posibles efectos adversos de intervención del contenido mental por una persona no preparada. No aportan seguridad contra la aparición de contraindicaciones.
Lo más fácil suele ser toparse con descripciones ambiguas, generalistas, con poco detalle, grandes objetivos y muy poca fundamentación científica.
¿A alguien le suena de algo?
(Pista: parecido al horóscopo. Fin de la pista)
Cuidado con lo demasiado general o con lo difícil de entender.
Que no se me entienda mal: Yo defiendo que el hecho de que uno no haya estudiado la carrera de psicología no significa que no pueda saber cómo funciona la mente. Las personas inquietas buscan y aprenden.
Sin embargo el desempeño profesional es otra cosa, aquí la formación especializada supone un elemento de validación social y de seguridad para el cliente. O debería serlo.
En el coaching, al ser un mercado ambiguo no sólo hay psicólogos que deciden hacerse coachs, sino que las fuentes de entrada son numerosas, como de recursos humanos, administración y dirección de empresas, economía, coaching como formación específica, marketing y más.
Y aunque no podamos tratarlo como intrusismo, por no venderse como un método de intervención psicológica, es necesario remarcar que aunque digan y repitan que “no se trabaja sobre la salud”, que “no hay pacientes sino coachees”, que “es el cliente el que tiene realmente las respuestas” (una premisa a nivel psicológico absolutamente errónea) o que “no actúan como terapeutas”…
La realidad de este tipo de intervenciones es que a nivel individual sí son situaciones de consejo personal y trabajo sobre contenido mental que se asemejan muy peligrosamente a lo que se concibe como una terapia psicológica (ejemplo).
Por todo ello resulta además tan inquietante y peligroso para la profesión el alto número de psicólogos que desde colegios profesionales (otro ejempo), centros académicos como universidades y desempeños privados vendan esta pseudoterapia como si fuera parte de su profesión, a la cual deberían defender.
3. Mensajes de los que desconfiar
En definitiva, si vas a decidirte por empezar un programa de coaching, “psicología del éxito” o algo así para ti, o para tu familia o grupo de empresa, ten en cuenta que al final vas a invertir en algo con dudosa eficacia y sin garantía de no afectación negativa.
En cualquier caso hay una serie de puntos que conviene que tengas en cuenta para no dejarte engañar si buscas ayuda o consejo profesional:
- Frases de poca profundidad
Frases hechas o demasiado generales sobre temas complejos que pueden significar una cosa y su contraria. Si suena raro, seguramente sea raro, pide claridad.Si no se entiende bien qué, cómo y por qué, puede ser que simplemente no haya nada más allá del título.
- Promesas de éxito total
Nada ni nadie puede garantizarte el éxito total, ni muchísimo menos en todas las áreas posibles. Si vende demasiado a lo mejor no vende nada.
- Mensajes muy emocionales que no explican qué y por qué
No te tienen que convencer con mensajes emocionales y diseños llamativos. Lo tienen que hacer con razones, pruebas y ciencia.Si intenta apelar a tus emociones… Desconfía.
Malos profesionales los ha habido siempre, y van a seguir apareciendo nuevos. Los profesionales tenemos que denunciar estas prácticas y las entidades, limitarlas.
Hasta entonces, la responsabilidad de no dejarse engañar depende de cada uno.