Manual para huir de los problemas (NO)
1. Introducción
Como decía en el artículo los sesgos cognitivos, las personas no reaccionamos siempre de la misma manera ante la información que nos llega, ni tampoco siempre seleccionamos la información más útil.
Así, el grado de capacidad, cansancio, interés, atención o tiempo que se le pueda dedicar a una información o suceso que ocurre delante de nosotros, hace que analicemos de distinta forma su importancia y lo que podemos hacer con esa información.
Pongamos de ejemplo el procesamiento de un ordenador. No es una metáfora académicamente muy acertada del cerebro, pero nos sirve para entender esta explicación. Cuando al ordenador le llega una información en forma de pulso eléctrico, ya sea por un botón del teclado, ratón, cable USB o WIFI (la WIFI), éste lleva a cabo un procesamiento (esas cosas que ocurren en sus chips) y genera una salida, que es algo que aparece en su pantalla.
Pues las personas funcionamos de forma parecida (me perdonen los académicos), recibimos información por parte de nuestros sentidos, le damos una vueltas en el cerebro, y soltamos una salida. Esa salida es un resultado que puede llevar forma de una acción o de pensamiento. Y, a su vez, ello volverá a funcionar como estímulo que generará otra vez el proceso, dependiendo de su intensidad y de lo demás que esté pasando en ese momento.
A los psicólogos nos importa intensamente eso que pasa “dentro del cerebro” porque queremos entender por qué ante situaciones parecidas las personas reaccionan y aprenden diferente. Y si sigues leyendo te voy a explicar por qué a ti, sin ser psicólogo necesariamente, también te interesa entenderlo.
2. Estilo activo de aprendizaje
Como decía en el artículo del efecto que tienen sobre nosotros los medios de comunicación, las personaspodemos evaluar información por la vía “profunda” o por la vía “superficial”. Este concepto expresa exactamente lo que parece, porque significa que ante distintas sensaciones como, por ejemplo, dolor, imágenes, equilibrio, tristeza o sonidos, podemos dedicar mucha concentración a
- (1) conocer todas sus partes, qué relaciones tiene con otros elementos y cómo podemos usarlo…
- (2) O podemos dedicar atención solamente a cuáles son sus partes y a qué relación tienen con otros elementos…
- (3) O sólo cuáles son sus partes…
- (4) O sólo fijarnos en alguna parte.
Todo apunta a que hay una magnitud en lo mucho o poco que pensamos, en la capacidad mental que ponemos sobre algo. Además, efectivamente, ésta genera diferencias en lo que aprendemos.
En psicopedagogía se llama aprendizaje pasivo a la escena en la que un alumno está escuchando una clase magistral de un profesor, y, por el contrario, aprendizaje activo1,2,3 a un alumno tratando una información por sí solo, abordándola con compañeros, descubriéndola por medio de experimentos y exponiéndola a los demás.
Parece ser que en ese proceso requiere un mayor esfuerzo mental, lo que le lleva, claro está, a aprender más.
Pero no sólo eso, sino que se encuentra más motivado1-3, rinde mejor1-3, tiene una comprensión más profunda4, una mayor aplicación práctica3, se auto-supervisa mejor5,6, coopera con compañeros mejor5,6, y mejora su actitud hacia el reto7, o sea, que lo valora más positivamente.
3. Estilo activo en la vida diaria (al grano)
Pues bien, resulta que no sólo de aprender conocimientos trata esto, sino que hay más. Eso más es lo que llamamos estilos de afrontamiento, que influyen intensamente en la resolución de problemas8 y en la vivencia que tenemos de los mismos. Es decir, en lo eficaces que somos y en los positiva o negativamente que los vivimos9-12.
Con el paso de las situaciones de mi esfuerzo, aprendo y genero un modo cada vez más complejo y eficaz8 que, con el tiempo, se acaba por automatizar. Ese modo o estilo de afrontamiento determina no sólo cómo encaro los problemas, sino también cómo los sufro (o no sufro).
Poniendo un ejemplo:
Estresor: “Estoy en el trabajo, el jefe entra enfadado, pide una ampliación del proyecto y muestra su descontento con el equipo”.
Opciones:
- Me frustro, me agobio y me escondo hasta que se solucione de alguna manera.
- Me frustro, me animo, trato de salir de la situación buscando a alguien que la solucione.
- Me frustro, me animo, ideo posibles soluciones, busco ayuda, lo comento, y me pongo a llevar a cabo las soluciones.
Estas diferencias de conducta constituyen diferentes estilos de afrontamiento. Y sí, tal y como parece, tienen diferentes efectos, tanto en la solución como en la vivencia de las situaciones8-12.
Las estrategias activas (ponerme de cara al problema para hacer algo y/o a lo que siento en esa situación) se han mostrado más eficaces que las pasivas (simple expresión y/o salida de la situación), tanto para resolver el asunto como para mantener un buen estado emocional9.
También hay que tener en cuenta que en determinadas ocasiones en las que no tenemos capacidad para afrontar la situación que sea, las estrategias pasivas suponen una herramienta útil13, incluso se podría considerar que buscar y reclamar ayuda sería, en ese caso, un punto intermedio entre activo y pasivo.
Parece haber consenso en que la mejor opción es tener más estrategias, y lo más activas posible… Casi siempre.
La investigación en psicología ha encontrado multitud de ejemplos al respecto: adolescentes con un estilo de afrontamiento centrado en el problema que mostraban mejor estado emocional general14, pacientes que tenían un estilo de afrontamiento centrado en la emoción que experimentaban más nivel de estrés que los pacientes que lo tienen centrado en el problema15, o estudiantes con un afrontamiento activo que eran capaces de soportar mayores cargas de trabajo que los que tenían un afrontamiento pasivo16.
Podría poner muchos más ejemplos que hay sobre esto, pero creo que se entiende la idea. Tampoco seamos pesados.
4. Conclusiones
Ante cualquier problema de la vida te van a surgir dos coyunturas:
- el propio problema
- y la vivencia que tienes de él.
A veces bastará con resolver el problema para que todo se acabe, pero otras llevará más tiempo y tendrás que afrontar la emoción a la vez. Y, a veces, ni siquiera podrás resolver el problema, como en un desastre natural o un fallecimiento cercano.
Acumula todas las estrategias que se te ocurran para encarar ambas situaciones. Úsalas, sé activo, y cuando no puedas, sé activo en buscar con quién ser pasivo.
«Si luchamos, podemos perder; si no lo hacemos, ya estamos perdidos.»
Referencia desconocida
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