Yo para ser feliz quiero un camión (lleno de dinero)
1. Algunos datos curiosos
Cuando os hablé un poco de qué es eso de la “felicidad“, ya decía que ésta no depende directamente del dinero, pero sí parece verse afectada por él. Y fin del artículo.
Para los que tengan un poco más de interés: a cualquier persona le es fácil imaginar cómo se reducirían sus preocupaciones y obligaciones diarias con una cantidad de dinero suficiente como para no tener que prestarle atención1, sin embargo a día de hoy sabemos que eso no explica por sí mismo estado total de bienestar, sino que, en cualquier caso, sólo responde a una parte2,3. Se trata de un factor de riesgo/protección.
El dinero es uno de tantos elementos del entorno, tales como la familia, las redes sociales, condiciones de vivienda, espacio personal, acceso a sanidad, a educación, a trabajo de diferente cualificación, calidad de los alimentos, y otras menos controlables como las condiciones climatológicas, los contaminantes ambientales y un etcétera enorme de ellos que se sabe que se encuentran altamente relacionados con la calidad de vida tanto en adultos sanos1 , como en enfermos, o también en niños (aunque en diferente proporción de importancia).
Sin embargo, el dinero tiene una cualidad que le da algo más de relevancia: no es un reforzador primario, sino secundario, y esto significa que no es un valor en sí mismo, sino por lo que es capaz de proveer.
Y la realidad es que es capaz de proveerlo casi todo, cosas materiales, servicios, reducción de responsabilidades, ampliación del ocio, así como utilizarse para obtener beneficios en las relaciones sociales y sensaciones de seguridad o de libertad4.
Por ello, se tiende a valorar con tanta intensidad el peso del dinero, porque no es en sí mismo un premio (aunque puede llegar a serlo4), sino que constituye la base para todo lo demás.
2. El dinero SÍ influye
Entonces, ¿es el dinero la clave? Sí, y no.
Primero, hay que dejar claro (repito la entrada) que la felicidad es un término muy ambiguo y se mueve entre variaciones emocionales constantes5. No hay una solución absoluta y permanente para un estado idílico inamovible. Teniendo este punto de partida claro, se puede empezar a analizar el asunto, por ejemplo, comparando distintos marcadores sociales con el ingreso medio sobre poblaciones.
Y si hacemos eso, vemos que en 2019 las diferencias económicas entre países son abismales, como también lo son dentro de las mismas sociedades (en este caso, en España). Por ejemplo, el proyecto Atlas of Inequality muestra la desigualdad económica en diferentes establecimientos utilizados en Boston. Es muy sencillo, simplemente hay que ir de sitio en sitio por el mapa y ver los rangos.
¿Se relaciona este acceso al dinero con la calidad de vida? ¿Podemos decir que tiene que ver con la felicidad? Pues un poco sí. La dificultad para mejorar las condiciones propias, el crecimiento y cronificación de la pobreza, u otros datos facilitados por plataformas internacionales indican que la desigualdad no sólo es diferencia de dinero, es diferencia de calidad de vida.
Esto no es una especulación, es un hecho demostrado y apoyado por muchísimos datos, se miren desde la disciplina que se miren.
Otro ejemplo bastante claro es el del informe de la OECD, publicado en 2010, que marca el rango de bienestar vital que experimentan personas en diferentes poblaciones, diferenciando según la desigualdad económica del lugar (índice GINI). Misma línea. Los datos no engañan.
Lo que pasa es que uno no puede pasar por alto la tendencia clara basada en el tamaño de la horquilla y en las puntuaciones de la misma. A menor desigualdad, se observa menor rango de variabilidad y mayores puntuaciones de bienestar.
En este gráfico de otro estudio sobre bienestar y sueldo anual queda también muy clarito.
3. El dinero NO influye
Todas conclusiones que hablaban del dinero y percepción de desigualdad nos llevaría a pensar que el bienestar está limitado a aquellos que están en la parte alta de esa capacidad económica… de no ser porque el bienestar no sólo depende del acceso material, sino también de la condición de afrontamiento que se dedique a él.
Este concepto de acción conjunta se podría explicar con una metáfora sencilla: un trineo tirado por dos perros.
Cuando uno de los dos perros deja de tirar, el otro tiene que hacer más esfuerzo si no quiere que el trineo frene. Desde luego si uno de los perros cae al suelo será mucho más probable que el otro no tenga ninguna capacidad de tirar, aunque hasta en este caso suceden cosas “imposibles”.
Desde luego hay ciertos factores que son extremadamente importantes, como la vivienda, la salud, alimentación, acceso a entorno social de confianza… Y aun así, las posibilidades de adaptación del ser humano hacen que hasta esas cosas pierdan peso dependiendo del estado mental de cada persona. Las posibilidades son asombrosas:
En este lado de la balanza (o en esta cinta del trineo) nos podríamos encontrar a una serie de ejemplos (y habrá muchos más) que muestran una superación absoluta de lo que para la gran mayoría de la gente sería un muro infranqueable:
Entrevista a José Díaz en el programa de Buenafuente.
Muy recomendable.
Podemos ver el cambio de vida de José Díaz, el hombre que lo dejó todo para irse a vivir solo en la montaña. O, en otra línea, lo chocante de que niños de 16 países distintos de primer y tercer mundo se sientan de forma muy parecida igualmente satisfechos con sus vidas, pese a las innumerables diferencias de capacidad económica y acceso a servicios.
También (y pese a que su problema no es económico, me voy a tomar la licencia de usarlos en este caso porque considero que encajan) es posible encontrar casos como Raúl Gay, una persona que pese a que afirma y confirma lo complejo de su discapacidad vive, quiere vivir y se desarrolla con actitud positiva en el entorno de sus capacidades; el del médico Joan Viñas, quien afirma ser feliz con un cáncer de riñón con metástasis, o el de Chris Knight, el hombre que lo dejó todo para vagar por la naturaleza.
No parece que tenga capacidad física de utilizar muchos de esos elementos que el dinero facilita, pero sin embargo eso no le hace querer renunciar a la vida.
4. Conclusión
La responsabilidad de los políticos, así como de los altos funcionarios, dirigentes y cualquier otra persona encarga del gobierno internacional, nacional o regional, es establecer que, al menos, uno de esos dos perros que describimos no se pare nunca.
No quiero que parezca que justifico el bienestar en la pobreza, sólo desarrollo un tema que es más complejo que elegir solamente una única variable y darle todo el peso.
“Yo” como individuo puedo hacer muy poco por cambiar el mundo y, además, mi vida no es eterna para poder ver y experimentar los resultados finales.
Hay una gran probabilidad de que el mundo cambie muy poco en lo que yo esté en él porque la mayoría de las personas se enfrentan en inferioridad de condiciones. Así que, además de mejorarlo, debo ser eficaz en disfrutar de lo que tengo.
El dinero va a ser el perro que te ayude a tirar del trineo para conseguir superar tus factores limitantes y que éstos no te limiten. Así que sí, va a ayudarte a tener mejor calidad de vida y más de eso que se llama “felicidad”.
Pero, por otro lado, también es cierto que existe un efecto techo sobre el cual más ingresos no reportan más bienestar2. Así que no, el dinero no te va a hacer feliz por sí mismo. Te va a ayudar a serlo, pero mucho más te va a ayudar una actitud, rutina y capacidad de afrontamiento vital bien estructurada y adaptada al medio en el que elijas desempeñarte.
Dedicar el peso del bienestar a un solo factor, por muy importante que sea, es confiar en una mesa de una sola pata. En el equilibrio del trineo esté seguramente la virtud.
Para el ciudadano medio el dinero es y va a seguir siendo importante. Pero está en la mano de cada uno ponderar cuál de sus dos perros tirará más.
5. Referencias
- Diener, E., & Diener, C. (1995). The wealth of nations revisited: Income and quality of life. Social Indicators Research, 36(3), 275-286.
- Kahneman, D., Krueger, A. B., Schkade, D., Schwarz, N., & Stone, A. A. (2006). Would you be happier if you were richer? A focusing illusion. science, 312(5782), 1908-1910.
- Myers, D. G. (2000). The funds, friends, and faith of happy people. American psychologist, 55(1), 56.
- Engelberg, E., & Sjöberg, L. (2007). Money obsession, social adjustment, and economic risk perception. The Journal of Socio-Economics, 36(5), 686-697.
- Vázquez, C., Hervás, G., Rahona, J. J., & Gómez, D. (2009). Bienestar psicológico y salud: Aportaciones desde la Psicología Positiva. Anuario de Psicología Clínica y de la Salud, 5(1), 15-28.
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