Tantas siglas no valen para nada
1. Introducción
Hablar de conocimientos con base científica suena a dos polos: bien hecho y mal hecho, sin embargo, el método científico no es tan sencillo, es más bien un conjunto de requisitos1 que cuidan de que los conocimientos que proceden de investigaciones sean lo más concisos y meticulosos posibles.
Analizar la ciencia es meterse en cosas tan soporíferas como bases de datos, divulgación por revistas científicas2 o análisis del índice de impacto (quizá no el método definitivo3) .
Todo ello se complica un poco más en las ciencias como la psicología, puesto que muy pocas veces podemos decir que 2+2 es 4, sino que, en realidad, normalmente no tenemos toda la información de por qué la gente hace determinadas cosas en cada contexto. Así que utilizamos la estadística para decir que «en un porcentaje X de los casos en los que la gente suma un 2 y otro 2 les acaba saliendo un 4, con una seguridad del nosecuántos por ciento», ya que manejamos tantos y tantos montones de variables interrelacionadas que con la tecnología actual no podemos medir con precisión el efecto de cada una.
Aun así, las investigaciones generan una cantidad importante de conocimiento contrastable, fiable, replicable y de alta (aunque no absoluta) precisión. Sabemos cosas con alta seguridad.
2. ¿De dónde vienen las pseudociencias?
Si la metodología para llegar a las estimaciones del punto anterior están bien diseñadas, la estadística es adecuada (no manipulada o sesgada en función al interés del que publica), los datos son replicables y se deben en mayor medida a la explicación que damos más que al efecto del azar…
Entonces seguramente la “comunidad científica” acepte aquello que damos como conocimiento científico y no como mondongo pseudocientífico.
Así, aunque el conocimiento científico existe y es fiable, toda esa complejidad de condiciones de las que se hablaba antes, a veces, abren la puerta a la entrada de estudios grises y oscuros en un mundo en el que no deberían existir.
En ellos uno puede encontrar numerosos ejemplos (otro) en los que se hacen cosas como usar bases teóricas inverosímiles u obsoletas, deformar de los análisis estadísticos, falsar de resultados directa o indirectamente, presentar resultados debidos a variables no incluidas, etcétera, y de aquí es, ni más ni menos, de donde surgen las pseudoterapias, o terapias sin base empírica fiable.
(Edito 01/03/23): En este metaanálisis en el que se observa que distintos métodos de tratamiento son válidos por encima de el no tratamiento, menos el consejo de apoyo (counselling) y la terapia psicodinámica, se explica cómo estos resultados son consistentes con otros estudios en los que el riesgo de sesgos es bajo. El riesgo de sesgos la hora de diseñar y explicar los tratamientos parece ser clave.
Pero cuidado, no desconfiemos de todo, también tenemos nuestros medios para dar un poquito de seguridad a lo que formulamos. Tenemos nuestro criterio de eficacia de tratamiento según la Divisón 12 de la APA4,5,6 (Asociación Americana de Psiquiatría), tenemos las guías clínicas (ejemplo 1) (ejemplo 2) (ejemplo 3) desarrolladas por los sistemas de salud que buscan validar sólo los tratamientos con buena base empírica. Hay un criterio del que fiarse.
También tenemos gente con mucha ciencia en la cabeza que se dedica a bucear entre estudios para averiguar cuáles son los que se consideran adecuados y cuáles no7.
(Edito 09/12/20) Cuidado. Esto no es un tema sencillo, la metodología científica está muy estudiada y los sistemas de análisis son muy precisos. No vale con decir «eso es complicado«.
Por ello, resulta a veces molesto por no decir insultante que, todavía a día de hoy, se mantengan tanto por colegios profesionales, como por universidades, perspectivas pseudocientíficas de tratamiento. Todas basadas en modelos obsoletos o, simplemente, sin base empírica suficiente.
Os dejo un blog en el que se describe la reclamación de psicólogos al propio Consejo General de la Psicología por sus desacertadas declaraciones. Y también la noticia, más fácil de leer.
3. ¿Cómo identificar una pseudoterapia?
Buscar psicólogo en internet es muy normal, cualquiera en un momento complicado puede tratar de averiguar si algún buen profesional puede ayudarle.
Sin embargo, haciendo una pequeña búsqueda (invito al lector a probar) es muy fácil leer un montón de cosas como: experto en PNL, EMDR, terapia psicodinámica, o cosas incluso más rimbombantes como equinoterapia, registro de eneagramas, terapia de integración auditiva o psicodrama.
“What is new in his theories is not true, and what is true in his theories is not new.”
Traducido: “Lo que es nuevo en sus teorías no es cierto, y lo que es cierto en sus teorías no es nuevo.”
Eysenck, H. (2018). Decline and fall of the Freudian empire. Routledge.
Y sí, las instituciones que velan por el profesional ejercicio de la psicología todavía defienden muchas de estas prácticas por motivos incomprensibles para muchos profesionales. Y sí, hay gente que mejora.
No por la práctica, por supuesto, sino por efecto de remisión independiente o por determinados cambios que se producen en su vida, de los cuales ni el pseudoterapeuta ni el paciente tienen constancia.
¿Merece la pena ligar la salud al efecto de la suerte?
Las webs de la Asociación para Proteger al Enfermo de las Terapias Pseudocientíficas (APETP) e InfoPseudiciencia nos da unas fantásticas listas de “terapias” con más lustre mágico que profesional, y entre ellas aparecen algunos de esos nombres complejos y siglas vistosas que comentaba antes:
- Psicología positiva
(Sí es una rama de estudio seria, pero encontrarás mucha gente que la deforma a frases ñoñas y simples sin fundamento ni método) - Psicología transpersonal
- EMDR
- Psicoanálisis (sí, el de Freud, podéis leer todos los estudios que refutan esta pseudoterapia aquí)
- Terapia Gestalt
(no confundir con la escuela alemana de estudio cognitivo, también Gestalt) - PNL
- Terapia de las constelaciones familiares
En la web de la asociación también facilitan muchas referencias para quien quiera investigar más sobre cada una (muy recomendado).
También recomiendo el artículo de ElPaís sobre los pseudopsicólogos y terapeutas, que tiene ya un tiempo pero, desgraciadamente, no pasa de moda.
La lista puede llegar a ser interminable, desde musicoterapia, risoterapia, terapia con perros, hasta cosas como terapia humanista existencial.
Todas con “gran reconocimiento científico” y avalanchas de libros y artículos con conceptos complejos extremadamente abstractos y nombres multitud de nombres de autores de aspecto serio. Una buena fachada que oculta una realidad mucho menos fiable.
También el Ministerio de Sanidad (noticia) desarrolla un programa de expulsión de las pseudoterapias de los centros científicos y sanitarios, aunque por el momento no se encuentre muy desarrollado se trata de un proyecto ilusionante que impulsará esta importante acción por la preservación de la seguridad del paciente al ponerse en manos de un profesional, pese a que algunos no esté demasiado motivados a ayudar, como, como decía antes, el Consejo General de Psicología.
*Editado: El Ministerio de Sanidad enlaza con el Observatorio OMC contra las pseudoterapias, donde podemos encontrar unos listados que resultan muy interesantes (a la derecha de la web hay varias opciones).
4. Claves prácticas para elegir bien tu terapia de psicología
La búsqueda de ayuda psicológica no es inútil. Hay tratamientos psicológicos eficaces, asequibles, útiles y administrados por buenos profesionales. Afortunadamente, esto es una realidad, la psicología tiene respuestas fiables.
El mejor consejo que un paciente puede llevarse es que debe ser activo en la búsqueda de su terapeuta. No tiene por qué ser difícil: puede bastar con consultar dos o tres opiniones profesionales independientes, solicitar información acerca de la base empírica de lo que se propone o consultar en las guías oficiales que con más seguridad indican qué tratamientos son eficaces y se pueden utilizar.
Pide referencias o explicaciones a tu psicólogo o terapeuta y contrástalo.
Te llevará poco trabajo y te proporcionará mucha seguridad.
Actualmente hay conocimiento suficiente para saber qué hacer y qué no hacer respecto a la salud de los pacientes. Los profesionales tenemos la responsabilidad de hacerlo bien, las entidades tienen la de ser estrictos de una vez, y los pacientes… Simplemente les viene bien tener la certeza de que no ponen su salud en manos de quien no la va a cuidar.
Extracto: “Supongamos, dicen, que un clínico pide a sus pacientes con fobia a conducir que lleven un sombrero morado con unos imanes mientras aplica relajación y otras técnicas cognitivas durante la práctica in vivo.
El clínico llama a este método la “Terapia del Sombrero Morado” (TSM), y sostiene que los imanes reorientan los campos de energía, aceleran procesamiento de la información, mejoran la coherencia interhemisférica y, para el caso, eliminan la evitación fóbica. La terapia es más eficaz que el tratamiento control. El inventor de la terapia atribuye su eficacia a que el paciente usa el sombrero morado durante las sesiones de exposición.
A partir de ahí, se pueden publicar artículos sobre la TSM, organizar talleres de formación para terapeutas sobre el uso y colocación de los imanes del sombrero y, por supuesto, aplicar sesiones de terapia con todo el aparataje del TSM.
Si todo esto suena demasiado estúpido, vienen a decir los autores, piensen en el desarrollo de algunas terapias, como la terapia de Desensibilización y Reprocesamiento por los Movimientos Oculares (por sus siglas en inglés, EMDR). De esta terapia se ha dicho que lo que es eficaz no es nuevo (esto es, desensibilización y reprocesamiento), y lo que es nuevo no es eficaz (esto es, movimientos oculares) (McNally, 1999).”
González-Blanch, C. y Carral-Fernández, L.”¡Enjaulad al dodo por favor! El cuento de que todas las psicoterapias son igual de eficaces.” Papeles del Psicólogo. 2017. Vol. 38(2), pp. 94-106.8
5. Referencias
- Cáceres, R. Á. (1996). El método científico en las ciencias de la salud. Ediciones Díaz de Santos.
- Ramírez Martínez, D. C., Martínez Ruiz, L. C., & Castellanos Domínguez, Ó. F. (2012). Divulgación y difusión del conocimiento: las revistas científicas. Universidad Nacional de Colombia.
- Seglen, P. O. (1997). Why the impact factor of journals should not be used for evaluating research. BMJ: British Medical Journal, 314(7079), 498.
- Chambless, D.L. et al. (1998). Update on Empirically Validated Therapies II. The Clinical Psychologist, 51, 3-15.
- Chambless, D. L., & Hollon, S. D. (1998). Defining empirically supported therapies. Journal of consulting and clinical psychology, 66(1), 7.
- Chambless, D.L. & Ollendick, T.H. (2001) Empirically supported psychological interventions: controversies and evidence. Annual Review of Psychology, 52, 685-716.
- Pérez Alvarez, M., Fernández Rodríguez, C., Amigo Vázquez, I., & Fernández Hermida, J. R. (2003). Guía de tratamientos psicológicos eficaces. Ediciones Pirámide.
- González-Blanch, C. y Carral-Fernández, L.”¡Enjaulad al dodo por favor! El cuento de que todas las psicoterapias son igual de eficaces.” Papeles del Psicólogo. 2017. Vol. 38(2), pp. 94-106.
2 comentarios
[…] Pseudoterapias, pseudociencia y psicología […]
[…] Por otro lado, debemos huir de las prácticas pseudocientíficas que sabemos que no funcionan, ya que estamos arriesgándonos a invertir un tiempo y un dinero en un sitio que no van a saber solucionar lo que nos pasa. O peor aún, agravar o incluso crearnos problemas. La Asociación para Proteger al Enfermo de las Terapias Pseudocientíficas (APETP) nos proporciona una completísima lista de pseudoterapias, tanto psicológicas como médicas. Carlos Velo, un compañero psicólogo, profundiza más sobre las pseudoterapias en su blog. […]